La siguiente historia es producto de hechos reales y ficticios.
Escrito por Eddy, el otaku galante.
Memorias
(2da parte)
“Tócame” dijo mi
prima, con una voz tan suave que pareció un susurro. De inmediato salí de mi
parálisis. Con una especie de ansiedad y nerviosismo llevé mi mano hasta su
muslo. Al tocar su suave piel, una corriente eléctrica sacudió mi cuerpo, algo
parecido a un escalofrío. Luego, con mi mano abierta y bien adherida a la piel
empecé a subir por su muslo. A medida que avanzaba sentía como sus diminutos y
claros bellos se alzaban y como su piel se erizaba.
Mercedes no decía
nada, pues estaba ocupada con una mano en su entrepierna. A demás las agitadas y profundas respiraciones le
quitaban el habla. Dentro de la tanga
blanca, su mano se movía de arriba hacia abajo como una serpiente que intenta
entrar en su escondite o como un sube y baja (risa).
Mi prima era
presa de raras convulsiones, que por momentos tensaban su cuerpo como un elástico. Mientras la miraba boquiabierto
su cabeza se movió hacia atrás, de una forma tan brutal como si alguien la hubiera jalado. Luego cerró sus parpados y
mordió sus labios.
La sinfonía de
gemidos y respiraciones entrecortadas ingresaba por mis oídos, estimulaban a mi
cerebro y despertaban a mi prematuro e inexperto miembro.
De pronto,
Mercedes abrió los ojos y al verme sentado con la boca abierta me dijo “Qué
haces allí mirando, tócame” y sin decir nada más agarró mis manos y las puso
sobre sus pechos.
Un calor recorrió
mi cuerpo hasta alojarse en mi cabeza,
sus senos tenían una textura muy suave pero a la vez consistente, una especie
de gelatina redondeada que puedes magullar y acariciar sin temor a que se rompa.
De pronto Mercedes me tomó de la cabeza y acercó mi cara a sus pechos diciendo:
Vamos, chúpame.
Se sentía tan
bien, era un perfecto regazo, era suave, cálido y olía muy bien, pero sin
embargo seguía siendo excitante. “Vamos, utiliza tu lengua me dijo, Hazlo como
lo harías con un biberón”. No dijo nada más pues otra vez una convulsión la
atrapaba.
Lentamente con
unas ganas reprimidas camufladas de nerviosismo, acerqué mi boca a su pezón más
cercano. Un delicado beso fue el contacto para que mi prima se tensara de
nuevo, luego mi lengua empezó a dar vueltas alrededor de su duro pezón,
enseguida se le escapó una especie de gemido. Como poseído por mi instinto
mordí su pezón, no tan fuerte pero si lo suficiente como para que se deshiciera
en un gemido largo y profundo. Inmediatamente en un violento impulso tomé su
otro seno y lo apreté con fuerza.
De pronto, el
nerviosismo se había ido de mi, en su lugar estaba un fuego intenso. Descontroladamente acariciaba,
besaba, apretaba y mordía sus pechos una y otra vez sin parar. Mientras sus
gemidos y jadeos a ella la desgastaban a mí
más fuerza e impulso me daban.
Cesar no se había
dado cuenta que ya tenía sus ojos cerrados y que poco a poco sus recuerdos se
desvanecían como la pintura en el agua, dejó de recordar y cayó en un profundo
sueño.
Continuará......
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