La siguiente historia es producto de hechos reales y ficticios.
Escrito por Eddy, el otaku galante.
LA
EX NOVIA
III
El sol de la tarde
calentaba el techo del restaurante poniendo a sudar a los comensales, igual que
cerdos en matadero. A pesar de ser un restaurante al aire libre, lo último que
había era aire fresco.
-¡Ha!, ¡Qué
calor que hace!
- - Si, esto
parece sauna. Añade Cesar en tono divertido, mientras sopla aire en el interior
de su camiseta.
- -Comamos,
comamos mejor. Sin perder tiempo, Paúl, amigo de Cesar, empieza a cortar en pedacitos el trozo de carne que tiene en frente.
Poco a poco la comida iba
desapareciendo de los platos, primero desapareció la sopa, luego el segundo y
finalmente el jugo. Con gran satisfacción ambos jóvenes se recostaron en el
espaldar de las sillas, mientras que con palillos de dientes peleaban con los
trocitos de comida que tenían en su dentadura.
- - Oye Cesar, y
a la final que pasó con tu ex. ¿Ya nada
entonces?
- -Pues no, la
verdad. Ya todo acabo. Cesar que no
había dejado el palillo para hablar, seguía luchando con un trozo de carne.
De pronto una sonrisa
pícara aparece en la cara de Paúl, se acerca más a Cesar y en voz baja dice.
- - Pero si, si
tuvieron sexo ¿verdad?
Cesar deja de pelear con
el pedazo de carne, mira a Paul y muy relajado le dice.
- - Un hombre,
jamás dice lo que hace con una dama.
Sonríe, se recuesta en la
silla y sigue peleando con el trozo de carne.
Mientras Paúl trata de
disimular su sorpresa mirando su teléfono, Cesar cierra sus ojos y recuerda lo
que jamás dirá.
- - ¡Rápido!
¡entra!
- - No y ¿si
viene alguien?
- - No pasa nada
mi amor, entra.
Tuve que jalarla para que
entrara al baño y no era para menos estábamos en la universidad. El miedo y la
adrenalina se mezclaban en nuestro interior, aumentando la excitación del
momento.
La ansiedad y la prisa
por terminar lo que habíamos empezado por teléfono, nos obligaba a fundirnos el
uno con el otro con la ropa puesta.
Besos rápidos y salvajes
iban y venían, en el cuello, en la oreja, en el pecho, en la quijada, todo esto
acompañado de respiraciones fuertes y
entre cortadas.
Sin perder tiempo alcé su
falda e introduje mi mano en su entrepierna, loco por toparme con ese dulce
manjar. Mientras mis dedos jugueteaban en su interior, mi boca saboreaba
aquellos pezones de chocolate.
Poco importaba el lugar,
lo que necesitábamos era hacerlo. Rápida y de manera torpe Maryuri me despojó
de mi pantalón y de un empujón me sentó en la taza del baño. Despacio y sin
prisa se sentó en mis piernas, mientras dejábamos escapar profundos gemidos de
satisfacción.
El continuo movimiento de
su cadera, hacia adelante y atrás, asemejaba el movimiento de un bote en el
mar. Sus nalgas suaves amortiguaban el peso que mis piernas soportaban,
mientras su torso y el mío se hacían uno solo.
De pronto, unos fuertes
golpes en la puerta apagaron el fuego de nuestros cuerpos.
- - ¿Quién está
aquí? La voz de una mujer mayor nos congeló por completo.
Asustados nos miramos
mutuamente sin saber qué hacer.
- - ¡Ocupado! dijo Maryuri, mientras se ponía de pie y se
arreglaba la falda.
Paúl miraba curioso como
Cesar reía silenciosamente mientras seguía apoyado en el respaldar de la silla.
(risa) Inolvidable. Una
locura de tantas, pero no la más loca. La más loca tal vez sea cuando lo
hicimos en su casa, en la cama de sus padres. (risa)
Recuerdo que apurado y
nervioso toque el timbre, pues en todo
barrio siempre existe el vecino que espía a los demás. No pasó mucho tiempo
cuando la puerta se abrió y una mano me jaló al interior de la casa.
Sin siquiera saludar, me
abalancé sobre ella y la besé apasionadamente. No opuso resistencia, en cambio,
me correspondió.
Mientras nos besábamos,
su blusa y mi camiseta desaparecieron por los aires. Las ganas por tenernos y
devorarnos el uno al otro eran incontrolables, mientras buscábamos una habitación para arder más cómodos, la mesa, la pared y el escritorio fueron
nuestras paradas momentáneas.
Ya en la cama, terminar
de desvestirnos fue lo último que hicimos. Después de morder su cuello, empecé
a bajar por su pecho, beso tras beso
formaban una escalera invisible que descendía hasta su ombligo. Lugar en
el que me detuve para mirarla, allí estaba ella con los ojos cerrados y con la
cabeza a un lado.
Sin dudarlo bajé hasta su
vagina y como si de una rosa se tratara su aroma inspire, mis pulmones se
llenaron de ese extraño y embriagante olor que al instante a mi conciencia
durmió y a mi instinto despertó.
Totalmente poseído por mi
lujuria como un perro hambriento lamía su vagina, los gemidos eran intensos,
tanto, que tronaban en la habitación. Lo cual me excitaba y aumentaban mis
ganas locas por escucharla gritar mientras se retorcía en la cama como si la
vida se le fuera en cada lamida.
- - Ya basta,
ven dijo ¡sube!
Sus manos me tomaron del
cabello y me obligaron a subir hasta su boca. Como si en una trampa hubiera caído,
sus piernas formaron un candado alrededor de mi espalda y muy sonriente dijo.
- - De aquí no te
escapas.
- - Tampoco
quiere escaparme.
La posición en la que
estábamos facilitaba la penetración, así que sin mucho esfuerzo hice conexión. Como
queriendo parar el tiempo, entraba y salía muy despacio. Dos cortas y una
profunda.
De pronto la bestia
salvaje de mi interior tomó el control, la agarré por la cintura, la llevé
hasta el filo de la cama, me puse de pie y violentamente le hice el amor.
Verla morderse los labios
mientras me agarraba las nalgas me excitaba más, lo cual me daba energías para seguir penetrándola a la misma
velocidad.
Las caricias, el sudor,
los gemidos, el salvajismo con el que hacíamos el amor nos llevaban a otra
dimensión donde solo los dioses hacen el amor. Una voz fuerte y grave nos sacó del trance
sexual.
- - ¡Maryuri! ¡Maryuri!
¡Abre la puerta!
Mi pobre ex asustada
saltó de la cama
- - ¡Mi papá! ¡Escondete!
Igual de asustado pregunte
- - Pero ¿Dónde?
- - ¡Debajo de la
cama! dijo mientras terminaba de
arreglarse la falda ¡apúrate!
Nuevamente su padre llamó
- - ¡Maryuri! El tono del llamado era más fuerte.
- - ¡Ya voy!
Mientras me escondía,
ella salió disparada a la sala, se puso su blusa, escondió mi camiseta y abrió
la puerta. Después de eso no supe nada hasta que su padre se fue y ella ingreso
a la habitación a sacarme de mi escondite
mientras se reía a carcajadas de mi situación.
Cesar reía casi a
carcajadas cuando abrió los ojos y vio a Paúl que lo miraba muy extrañado.
- - Olle Cesar, ¿De
qué te ries?
Mientras se levanta de la
silla, Cesar muy divertido le dice:
- - De nada
importante, algo que recordé. Vámonos.
Ambos se alejan del
restaurante, Paúl confundido y Cesar imaginando cómo y con quién será su
próximo encuentro sexual.
FIN
Excelente.!!! Me transportó al escenario.
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